miércoles, agosto 13, 2008

La fría cotidianeidad.

Es una palabra rebuscada, pos pa´que suene interesante el post. Así como serio post.
Hoy llegó a mi correo personal, una de tantas cadenas, pero no de pedir que la reenvíes, más bien de invitar a la reflexión (como tantas otras). La diferencia entre éste mensaje y los demás que me suplican con cierta cursilería a pensar en el mundo pobre y jodido. pues es que de verdad me ha puesto a pensar. Ciertamente me veo muy reflejado en el concepto que la autora maneja.
A veces o muchas veces, siento envidia de la gente que tiene la sensibilidad de poder describir con mucha certeza la realidad en la que vivimos.
Pues bien aquí lo tienen.

Generación agotada.

Nacieron en la última parte del siglo 20. Viven en una transición provocada por muchas revoluciones: la mediática, la cibernética, la sexual y la político-social. Las crisis han sido y son parte de su realidad cotidiana. Los anticonceptivos y la revolución sexual les permiten tener relaciones sexuales sin casarse. Posponen la edad de la boda y la llegada de los hijos (que son menos). Los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales, los transexuales salen a la luz, exigen respeto y, por fin, se integran al panorama social. Hablan de todo, sin tapujos. Los privilegiados estudiaron y soñaron con una carrera que ayudara a cambiar el mundo. Los no privilegiados vieron crecer el abismo entre su mundo y el otro, cuando el campo se terminó y los salarios se degradaron. Los obreros que antes comían tres platos del portaviandas, hoy se conforman con un refresco y una bolsa de fritos. Nutrirse es misión imposible; matar el hambre, consigna para sobrevivir. Presenciaron la caída del muro que algunos interpretaron como un nuevo amanecer de paz y armonía. Los suspicaces intuyeron que al faltar el totalitarismo resurgirían las rencillas, los resentimientos y las luchas reprimidas, pero no resueltas. Y resurgieron. La frivolidad es su norma de vida: si no es espectáculo que divierta no vale la pena. Los artistas, los de verdad y los de paja (creados por los medios), valen por el dinero que generan, no por su talento. Incluso los no artistas serán famosos durante 15 minutos, anunció Warhol. El narcomundo, infierno o paraíso, es omnipresente. La juventud, la delgadez, el dinero y el consumismo son los nuevos dioses de su olimpo. Las arrugas, las canas, el cansancio, un cuerpo normal, no usar accesorios o ropa de marca son pecados imperdonables que los condenan al ostracismo social. Importa discutir y defender los valores, no ponerlos en práctica. La doble moral (aceptada tácitamente) construye un sólido edificio sobre tales cimientos. El catolicismo pasa de ser refugio espiritual a distinción clasista. Dime con qué grupo estás y te diré por qué escala crees que llegarás al cielo. Los sacerdotes se vuelven mortales y la parafernalia eclesiástica, junto con la jerarquía, se ven obsoletas y rancias. El capital cambia de inversión a especulación. El mundo dice que se globaliza (sólo una parte se puede dar ese lujo) y se agrava la polarización entre el primer y el tercer mundos. México sigue empantanado, a pesar de la alternancia iniciada por el presidente más tonto de nuestra historia. Los insaciables partidos se enriquecen y se adueñan del País. La impunidad sigue imperando en nuestras vidas. Para qué denunciar, si no sucede nada. El empleo deja de ser de planta y con prestaciones. Sus contratos son temporales aunque duren 10 años, pero no acumulan antigüedad ni prestaciones. Trabajan jornadas dobles sin pagos extras bajo la espada de Damocles: "Hay cientos esperando tu puesto". La ley los protege, pero se hace de la vista gorda cuando las empresas se salen con la suya. La mayoría quiere primero tener y luego ver si puede ser. Al casarse desean empezar con todo. Un solo sueldo no alcanza. La pareja debe trabajar. Hay que integrar las tareas domésticas y la intensa vida social. Si llegan los hijos, a buscar guarderías. Corren todo el día. Uno para un lado, la otra, para el otro. Se reencuentran en la noche, siempre cansados. El estrés, la presión alta, los infartos y la depresión son familiares cercanos. Consumen Prozac como antes consumíamos "salvavidas". Carro del año, vacaciones al sitio de moda, colegios caros (no necesariamente buenos), la acción en un club difícil de pagar, la casa en la colonia debida y el conservadurismo a flor de piel. Qué flojera Chiapas: son todos pobres e indígenas. Hable usted con ellos y compruébelo: están exhaustos. Si pudieran, dormirían una semana completa. Les falta sueño y les sobra cansancio de tanto correr tratando de morder su propia cola. Es la generación joven agotada. Antes de morirse, deberían detener su tiovivo y bajarse a respirar, a ver las montañas, a dar gracias por estar vivos y a comerse un helado sin hacer nada. La vida también es eso. Rosaura Barahona

4 comentarios:

Anónimo dijo...

bueeeno. es que también habría que preguntarse de que estamos agotados.

si me hablas de la vida de un chilango te la creo de todas todas.

Lorena's Blogbilingüe dijo...

Sí, sí, sí. En este mundo hay de todo. También somos capaces de crear nuestra vida diferente. ¿Nos atrevimos a hacerlo?

Gracias por este post, Eric.

Saludos y paz en tu vida.

Suly... dijo...

..que miedo pensar en todo eso.

..y que miedo porque el 99% de los seres humanos viven ensimismados.

Eric dijo...

Derbex:
No solo hablo de la vida de los chilangos. Por acá, parece que es el común de mucha gente.
Y si he de ser sincero, me incluyo en muchas de las cosas que éste artículo menciona, no en el consumismo, aunque he sufrido las consecuencias de éso.
Terminaría resumiéndolo en el "Vivir para trabajar".
Saludos... y olé!

Lorena:
Hasta ahora, hoy, creo en el poder que tenemos como personas de hacer nuestra vida algo más digerible.
Si alguien me lo hubiera explicado con peras y manzanas, quizá estaría hablando de otra cosa.
Gracias por visitar éste lugar.

Suly:
Así es, da miedo pensar en ello.
Da miedo verse reflejado, pero sabes... también da cierta esperanza. Porque cuando crees que la vida los mismo seres humanos, la han diseñado para éso, para vivir mecánicamente, y disfrutar de lo más mínimo.
Te das cuenta que efectivamente, lo más sencillo, y al parecer, impresindible, termina teniendo mucho más valor.
Gracias por pasar.