martes, abril 07, 2009

El Típico Poblano de Doble Moral (Homenaje Trémulo)

(Tomado de la Quinta Columna de Marío Alberto Mejía, de quien por cierto soy lector asíduo. Y que al parecer él igual lo tomó de otra revista. Como sea me gustó lo que se ha escrito.)

El siguiente texto se publicó ayer en la Revista Intolerancia. Que les sea grato: Estoy esperando el inicio de la Semana Santa con una cuba libre en las manos. Salvo en los pueblos pequeños, donde se hacen largas peregrinaciones y se practican el ayuno y la vigilia, los días que vienen son días de beber, comer carne y fornicar. Nadie se acuerda ya –salvo las monjas y los frailes- lo que se conmemora en estas fechas. Y sólo gracias a la televisión –con las películas en las que Enrique Rambal hace el papel de Cristo- recordamos que en estos días se cumple un año más de la muerte de Dios Hijo, quien fue traicionado por un tal Judás, que pasó a formar parte de la Historia Universal de la Infamia, cuando en realidad lo único que hizo fue seguir un guión dictado desde las alturas para que Jesucristo pasara a ser inmortal. Sin esa acción, Cristo jamás hubiese muerto y, en consecuencia, tampoco habría resucitado. (Podemos imaginar el escenario: la Última Cena no habría sido tal, Cristo se hubiera retirado a sus habitaciones y en una de esas hasta habría tenido un romance con María Magdalena). Por otra parte: el nombre de Judas no hubiese sido sinónimo de traición y se hubiera perdido en los callejones de la historia. Y nosotros, simples mortales, seríamos huérfanos de Dios Hijo, y nos tendríamos que conformar con Dios Padre y Dios Espíritu Santo. Si Judás no hubiese hecho su parte –el clímax fue cuando recibió las 30 monedas-, Leonardo da Vinci no hubiera pintado “La Última Cena”, Carlos Abascal no hubiese hablado como hablaba (como si estuviera rezando por los siglos de los siglos) y en estos días no habría un puente tan largo como el que nos preparamos para gozar. Abril, en palabras de Eliot, sería en efecto el mes más cruel: el que engendra lilas de la tierra muerta: el que mezcla memoria y deseo. Y más: este artículo no tendría sentido alguno y quizás ni siquiera hubiese sido escrito. Aquí comprobamos que el aleteo de una mariposa es capaz de generar un caos. El aleteo de Judas (su traición) provocó que la humanidad entera se moviera e hiciera la señal de la Santa Cruz. Esto es: Judás vendió a Cristo, quien fue crucificado y asesinado para que resucitara a las 78 horas en función de que gobernara el mundo sentado como está a la diestra de su padre, etc. Un novelón. Y así nacieron el cristianismo y la doble moral, que es doble porque está hecha de dos partes: la supuestamente sincera y la hipócrita. Esa doble moral es la que le permite a los poblanos persignarse con una mano y masturbarse con la otra. (Otro pasaje bíblico). Gracias a esa dualidad esquizofrénica podemos ser infieles (con las dos manos) y fieles (sin mano alguna). La doble moral nos saca de apuros y de penas. Nos libera y nos oprime. Nos genera crudas morales (sumadas a las crudas físicas) y nos vuelve el doctor Jeckyll y Mr. Hyde. Somos, pues, como aquel personaje maravilloso de Juan García Ponce apellidado Rendón, quien de día era un profesionista exitoso y un esposo ejemplar, y de noche se tiraba a su sirvienta –Rosa- en el mismísimo cuarto de sus hijos pequeños. La doble moral es la que nos llevará esta Semana Santa a algún table de mala muerte para limpiar nuestras culpas en el cuerpo morenazo de alguna hija de Poza Rica o Minatitlán. (El aleteo de la mariposa y sus efectos posteriores también tiene que ver con el aleteo de una bailarina de table, quien, gracias a su putería, saca de la depresión al marido alcóholico, define la sexualidad del galán de clóset y libera de dudas al padrote venido a menos. Sin ella el mundo sería algo mucho peor). El típico poblano de doble moral está a favor de la ridícula ley a Favor de la Familia promovida por el Padre Othón y su monaguillo Pablo, pero a la menor provocación hace que su secretaria aborte para no crear un cisma en su hogar católico. El típico poblano de doble moral va a misa los domingos, pero sueña con el trasero de su cuñada. Un típico poblano de doble moral está en contra del aborto, pero manda a la chingada a los niñitos pobres que le piden un peso en los semáforos de Puebla. Un típico poblano de doble moral descalificará este artículo por ridículo y se meterá en la revistita en la que sale semidesnuda Galilea Montijo, y hasta una pajita clandestina se hará en su honor. Yo, por lo pronto, me estoy preparando la tercera cuba libre de la Semana Mayor.

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