jueves, septiembre 20, 2012

Fuí yo el que inició.

Si hubiera guardado silencio cuando miré tus ojos por primera vez.
Si mi corazón no hubiera latido de la manera en que lo hizo, cuando con tu silencio me dijiste más palabras de las que hubiera podido escuchar.
Y si mi vida no se hubiera visto iluminada en un instante por ésa sonrisa tuya.
Si nada de éso hubiera pasado, hoy estaría mucho mejor.
Y, es en realidad sencillo decirte ésto dada tu ausencia, inmersa en la distancia, en el más profundo silencio.
¿De qué manera impactar tu corazón?.
Dudo mucho que podamos mirar juntos el atardecer.
Que podamos compartir un helado.
El café jamás será el mismo sin tu compañía.
Quisiera entonces, impactar tu corazón.
Llegar a él tal meteoro en la corteza terrestre.
Llegar sin pedir permiso.
Impactar de tal manera que el mundo, tu mundo, vuelva a iniciar.
Y sí, los años pudieran ser muchos.
Pero nunca serán suficientes para volver a estar juntos. O por lo menos, desear así estar.
Sinceramente, desearía que ésto fuera más sencillo.
A veces, siempre, suelo recordarte.
Y con tu recuerdo, otra vez el silencio.
Quisiera entonces, impactar tu corazón.
¿Es por coordenadas que ésto se pueda hacer?.
La vida es muy extraña. Pende de  un hilo muy delgado donde elefantes se columpian.
Es un suspiro dirían.
Es una eternidad he escuchado.
Fue un suspiro, y habría querido una eternidad tu compañía. Ja!
Hoy no sé qué más decir.
Éste pensamiento que va dirigido a ti.
Y sí, fui yo el que inició, pues quise impactar tu corazón.
Termino ésto recordando las palabras, duras, contundentes pero que aterrizan en la realidad, de mi querida amiga Ana Roldán "ninguna mujer merece tu ansiedad y  el sudor de tus manos".
Tiene ya un par de semanas que me lo dijo, y ella, la amiga mía, impactó mi corazón.
Gracias Ana.



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