miércoles, octubre 10, 2007

El Ché.

Cuando niño, lo vi por primera vez. Estaba representado en un cuadro grande, o tal vez era yo el pequeño, se veía muy serio o quizá triste, había solo dos colores, de fondo el rojo y él todo de negro. Vestía algo parecido a una gorra, después supe que se llamaban boinas, y un abrigo, y pensé que tal vez tenía frío. Entonces pregunté a mi tío por él, ¿quién era? Y la respuesta fue:”él es el Ché Guevara”.
Éste cuadro permaneció por muchos años, en la casa de mi abuela. Estaba en lo alto y al frente, de manera tal, que al entrar era lo primero que se veía. Y contrastaba además, con las imágenes de santos, que mi abuela pudiera tener.
Mi edad no rebasaba los 6 años, pero recuerdo bien que aquellos eran tiempos donde las huelgas, los movimientos estudiantiles (en lo que hoy es la BUAP principalmente), la toma de edificios y el reclamo social, fueron tema primordial en la plática de los “adultos” de aquella época.
Aún recuerdo ir de la mano de mi madre, a algún tipo de reunión donde las banderas en negro y rojo se agitaban sin igual, donde en diversos tamaños, y diversos materiales, aparecía el hombre del cuadro aquél. Estaba en playeras, banderas, estandartes, por todos lados lo veía.
Entendí entonces, que ése señor, pasaba a ser de ellos, lo que a mí mi ángel de la guarda.
Aún recuerdo también con mucho cariño la advertencia de mi abuela, “Eric, cuando tus maestros te hablen de que Dios no existe, no hagas caso. Es que son socialistas y ellos no creen en nada, ya ves a tu tío pepe”.
Pasó el tiempo, y con él crecí, desde siempre me ha gustado leer, y sinceramente no leo más lo que me interesa, y eso quizá me convierta en un no tan buen lector.
Las ciencias sociales me han gustado de siempre, la cultura y las ideologías, y es en éstas al final, que me vi interesado por entender, y por también por aquellos que defendían, la igualdad.
Hablar del Ché Guevara puede ser muy complicado, y solo quiero centrarme en el hecho de pelear por la igualdad, de erradicar la miseria en la que, como hoy, estaban sumergidos los habitantes de las naciones de América (y de todo el mundo). Y me refiero, cuando éste recorre en motocicleta, varios países del continente y se da cuenta de ésa injusticia social que existe desde entonces.
Lograr la congruencia entre el decir y el hacer, puede ser muy difícil, más no imposible. Y un ejemplo pudiera ser la vida del propio Ché, pues ya que había triunfado en la revolución cubana al lado de Fidel, y darle éste un puesto en el gobierno iniciante, prefirió seguir su lucha por la igualdad y la justicia (creo yo). Combatiendo en el Congo, y finalmente donde pereció… Bolivia.
Debe ser muy difícil dejar a un lado la familia, por seguir el ideal personal. Ahora que recuerdo, alguna vez leí una carta que él escribió a sus hijos, y en la que les aconseja que estudien mucho, ya que esto les dará la herramienta para dominar la naturaleza (entre otras cosas), y termina despidiéndose de manera cariñosa de todos sus hijos.
Lo cierto es que, desde aquél día en que lo vi por primera vez, me lo he encontrado muchas veces más, a lo largo de mi vida, y donde su ideal finalmente no me parece nada descabellado, por el contrario, lo comparto. Y por él, puedo sentir sincera admiración y respeto, más no lo considero un ser divino, más bien, comparto el comentario de Paco Ignacio Taibo II donde lo considera un santo y dice: “La santidad no es un estado absoluto, sino un estado humano, donde un personaje es capaz de levantarse sobre sus límites y desbordarlos. La santidad está construida por personajes que tienen miedo y lo enfrentan, y a veces ganan y a veces pierden.” (publicado en PROCESO No. 1614 de ésta semana donde viene un suplemento especial del Ché).
No sé si el Ché haya perdido o ganado finalmente, lo que me queda claro es el hecho de haber muerto como él habría querido, porque todo aquél que piensa como él tiene presente que con la muerte, la historia reserva un lugar especial.
Hoy en día se sigue citando al Ché, y como ya dije, me lo encontré en muchas ocasiones en mi vida, en la música con Oscar Chávez y Silvio Rodríguez, entre otros; en las playeras y banderas de muchos de mis compañeros, y algunos libros que se escribieron de él.
Veo en éstos tiempos la necesidad de lograr una revolución ideológica, de ideas, de modos de vida, donde no olvidemos que todos formamos parte de una sociedad y en la que como seres humanos, tenemos “todos” el derecho a que las necesidades primarias sean satisfechas de la mejor manera.
Sinceramente creo en el trabajo común para el bien de todos.
Y como en todos los sistemas, hay cosas buenas y malas, se ha caído en vicios, que terminan siendo, la consecuencia y demostración, de que ningún sistema es perfecto del todo. Lo será, pienso, cuando se hagan las cosas a favor de la humanidad.
A veces me pregunto, cuántos Jesucristos, Ché´s, Ghandi´s, habrán que venir. No lo sé, pero pienso que todos podemos tomar el ejemplo que más nos guste, y aplicarlo en nuestra vida cotidiana.
Orale!.